
Marzo es el Mes de la Cruz Roja y el Mes de la Historia de la Mujer. En esta ocasión especial, compartimos las historias de tres mujeres cuya dedicación inspiró a varios e influyó profundamente en los más de 140 años de nuestra misión que salva vidas.
CLARA BARTON, fundadora de la Cruz Roja Americana, es una de las mujeres más reconocidas en la historia estadounidense. Una visionaria compasiva y tenaz, quien dejó un legado de servicio, innovación y esperanza cuando fundó la Cruz Roja Americana a sus 59 años y dirigió la organización por más de dos décadas.
Impulsada por el deseo de ayudar a quienes lo necesitaban, como cuando cuidó a su hermano herido a sus once años, Clara se hizo cargo de los demás desde su infancia. Se convirtió en maestra y contribuyó a que los niños recibieran educación pública y nunca se conformó con menos de lo que merecía. Como lo dijo alguna vez: «Estoy dispuesta a enseñar sin paga, pero si lo hacen, nunca aceptaré hacer el trabajo de un hombre por una compensación más baja».
En su carrera, Clara desafió las normas sociales de las mujeres de su época. Después de su carrera docente, se mudó a Washington, D. C., y trabajó en la Oficina de Patentes de los Estados Unidos, donde fue una de las primeras mujeres en trabajar para el gobierno federal. Entró en acción cuando estalló la guerra de Secesión y se ganó el apodo de «ángel del campo de batalla» por cuidar a los soldados en el frente.
Durante una visita a Ginebra, Suiza, en 1869, representantes de la Cruz Roja Internacional abordaron a Clara para establecer una sociedad en nuestro país. En mayo de 1881, después de liderar un grupo por varios años para ganar apoyo en Estados Unidos, Clara fundó la Cruz Roja Americana. En 1882, el gobierno estadounidense firmó el Tratado de Ginebra —leyes de derecho internacional humanitario que protegen a los enfermos y heridos en tiempos de guerra y que dan lugar a las sociedades nacionales de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja— para prestar ayuda neutral y voluntariamente.
En la actualidad, la visión de Clara de prevenir y aliviar el sufrimiento se mantiene viva gracias a las personas que siguen su legado extraordinario. En sus propias palabras, nos enseñó: «Piensa únicamente en la necesidad y en cómo satisfacerla».
Descubra más sobre Clara y vea este mapa narrativo (en inglés) de cómo ha ayudado en todo el país y en el mundo.
SHIRLEY HINES-ATKINS Durante más de 40 años, Shirley Hines-Atkins ha permanecido fiel a su misión de apoyar a los miembros de las fuerzas armadas, los veteranos y sus familias con compasión y atención —respondió al llamado del servicio en distintos países y dirigió equipos en toda la Cruz Roja—.
Su carrera en la Cruz Roja comenzó en 1970, en Corea y Vietnam, como empleada de actividades recreativas complementarias en el extranjero, conocida cariñosamente como «Donut Dollie», en alusión a las mujeres que repartieron donas a las tropas en guerras pasadas.
Las «Donut Dollies» como Shirley debían cumplir con requisitos más estrictos que los del ejército. Debían tener al menos veinticinco años, estudios universitarios, cartas de recomendación y aprobar exámenes físicos, así como una «personalidad excepcional». A pesar del peligro de la guerra, sus servicios brindaron calidez hogareña en el frente de batalla, así como compasión y consuelo a los miembros del servicio cuando más lo necesitaban.
Al recordar su experiencia en Corea, Shirley compartió: «Nunca había estado en el extranjero. Era mi primera vez fuera del país. ¡Todo me resultaba completamente nuevo y emocionante!»
Cuando Shirley regresó a Estados Unidos en 1972, siguió trabajando para la Cruz Roja como asistente recreativa y trabajadora social en hospitales militares, en Texas y Florida, y desempeñó diversos cargos: subdirectora de juventud en el capítulo de Birmingham, subdirectora de personal en el capítulo de Atlanta, gestora del primer centro de servicios interurbanos en el Distrito de Columbia y asistente del subdirector de personal en la Sede Nacional.
Más tarde, la transfirieron a la sede europea de la Cruz Roja, en Stuttgart, Alemania, donde pasó más de tres años. Tras concluir su misión en Europa, Shirley regresó a la Sede Nacional como directora del Programa de Asistencia a los Nuevos Empleados en la década de los ochenta. Cuatro años después, trabajó como gerente de base del Servicio a las Fuerzas Armadas en países como Filipinas, Japón e Italia, hasta su jubilación en 2003.
A lo largo de su trayectoria en la Cruz Roja, Shirley recibió muchos premios y reconocimientos: la Medalla al Servicio en Vietnam, el Premio Tiffany para gerentes, el Premio Departamental al Mando del Ejército en dos ocasiones, la Medalla al Servicio en la Tormenta del Desierto, la Medalla de Honor de Oro Japonesa, el Premio del Presidente a la Trayectoria y el Premio al Legado por Servicio a las Fuerzas Armadas de la Cruz Roja Americana —ambos en 2015—.
Shirley es una oradora pública y comparte su amplia experiencia en el ámbito del servicio humanitario. Actualmente, vive en Florida con su marido. Viajan juntos y le gusta hacer manualidades y participar en actividades comunitarias por medio de su iglesia.
VIVIAN LITTLEFIELD, Dra., enfermera registrada y miembro de la Academia Americana de Neurología, (PhD, RN, FAAN, por sus siglas en inglés) fue descrita como la persona que mantenía unida a la enfermería en la Cruz Roja —cuyas raíces se remontan a nuestra fundadora, Clara Barton, y a los primeros días de nuestra organización—. Cuando la célebre enfermera, Jane Delano, fundó el Servicio de Enfermería para ayudar durante la Primera Guerra Mundial, servir a las comunidades rurales y fomentar la salud pública del país a través de programas educativos en materia de higiene y de cuidados a domicilio a principios del siglo XX.
Hoy en día, las enfermeras desempeñan un papel importante en la Cruz Roja como cuidar a las personas en refugios de emergencia en situaciones de desastre —con Vivian al centro de este legado—.
Quien, además, es voluntaria de la Cruz Roja desde hace mucho tiempo y fundó el Programa de Herencia de Enfermería en 2010, Vivian poseía una vocación por cuidar a otros. En su infancia ayudó a su abuelo en su trabajo como médico rural. Como la gente la disuadía para que siguiera la carrera de medicina por su género, decidió convertirse en enfermera.
Aun así, Vivian sobresalió. Gracias a sus títulos de licenciatura, maestría y doctorado, no solo impartió clases en las universidades de Colorado y de Rochester, sino que además, fundó el programa de enfermería en la Universidad de Kentucky, en Hopkinsville, y sostuvo el cargo de decana de Enfermería en la Universidad de Wisconsin-Madison.
Mientras vivía en Madison, Wisconsin, Vivian se unió a la junta del capítulo de la Cruz Roja en Badger, para luego convertirse en presidenta de la junta y de voluntarios de Salud y Seguridad. Además, fue directora ejecutiva interina, coordinó la respuesta del capítulo el 11 de septiembre y envió personal y voluntarios para ayudar en la zona cero.
El servicio de Vivian en la Cruz Roja tuvo un alcance a nivel nacional. En el 2009, revitalizó el Comité Nacional de Enfermería y el puesto de jefatura de enfermería de la Cruz Roja. Un año después, estableció el Programa de Herencia para reencontrarse con otras enfermeras de la Cruz Roja, reconocer y apoyar las actividades de enfermería y salud, así como preservar la historia de la profesión de la organización. Asimismo, creó el «Boletín de enfermería: pasado y presente» (en inglés) y actuó como escritora y editora de la publicación desde su inicio en 2011 hasta su muerte en 2023.
Su devoción a la enfermería se reconoció tanto con la Medalla Florence Nightingale en 2013, la más alta distinción internacional de la Cruz Roja concedida a una enfermera, así como el Premio Ann Magnussen en 2012, el más alto galardón de enfermería a nivel nacional de la Cruz Roja Americana.
Ross Ogden, voluntario ejecutivo de los Servicios de Sangre de la Cruz Roja y exmiembro de la Junta de Gobernadores, compartió sobre Vivian: «Su conocimiento en enfermería y en educación superior fue fundamental para construir los cimientos de la enfermería de la Cruz Roja. Podría decirse que siguió fielmente la huella de Jane Delano».
Acerca de la Cruz Roja Americana
La Cruz Roja Americana alberga, alimenta y ofrece apoyo emocional a las víctimas de desastres, suministra alrededor del 40 % de la sangre en el país, enseña habilidades que salvan vidas, distribuye ayuda humanitaria internacional y apoya a los miembros de las fuerzas armadas y sus familias. La Cruz Roja es una organización sin fines de lucro que depende de los voluntarios y de la generosidad del pueblo estadounidense para cumplir su misión. Para obtener más información, visite redcross.org o CruzRojaAmericana.org, o síganos en las redes sociales.
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