El sábado, 15 de febrero de 2020 visitamos el complejo de apartamentos La Ceiba en Ponce para ver cómo nuestros voluntarios ayudaban a las familias afectadas por los terremotos ya que el edificio sufrió daños mayores que impiden que sus residentes regresen a su hogar.
Al llegar vimos las diferentes estaciones de asistencia. Nos familiarizamos con cada área y conocimos a una residente del complejo, Rebeca Díaz. Rebeca, actual presidenta de la Junta de Directores y quien ha vivido en este complejo por los pasados 21 años, llegó para recibir la ayuda que le corresponde a ella y a sus tres hijas; de 13, 19 y 20 años. La acompañamos en el recorrido y a la vez nos contó sobre su experiencia luego de los terremotos.
Primera parada: cotejo de residencia afectada
Rebeca tomó asiento en la mesa inicial donde la atendió Aileen Alicea, una voluntaria de Adjuntas. Ella le solicitó la licencia y la buscó en una lista de las residencias que fueron identificadas como inhabitables. Por el momento, Rebeca vive ahora en un estudio de un cuarto con sus tres hijas, gracias a la ayuda que recibió de FEMA de alquiler por dos meses. Cuando terminó, la pasaron a la segunda estación.
Segunda parada: verificación para evitar duplicado
Aquí conoció a la voluntaria de Ponce, Gloria Cintrón y la voluntaria de Michigan, Mary Estes. Ambas le solicitaron la factura de luz o agua para verificar en la computadora que ya no se le ha brindado ayuda financiera antes. De esta manera, se evita la duplicidad de asistencia; y más cuando se atienden complejos como estos donde La Ceiba cuenta con 337 familias registradas. Sin embargo, al preguntar sobre la cantidad de residentes actualmente, Rebeca nos contó que hay personas que han decidido irse, otros están esperando que los edificios se arreglen para regresar y algunos se han quedado pernoctando en áreas comunes. “En mi caso, a mí me cuesta estar donde estoy. He tenido la oportunidad de entrar a mi apartamento y no sabes lo que daría por quedarme en el sofá, prender el televisor y descansar; pero pues, seguimos trabajando dentro del proceso que nos falta”, expresó a la vez que le dieron la señal para pasar al siguiente voluntario.
Tercera parada: trabajo de caso
El voluntario Sam Tidwell la recibe y le explica que comenzará a completar la hoja de asistencia financiera. En el documento, Sam le pide a Rebeca los datos de sus hijas y de ella, junto con otra documentación importante. Luego verifica que completó todos los campos requeridos y le pide que pase al siguiente paso; no sin antes darles las gracias por su paciencia por el tiempo que se tomó para completar la hoja. En cambio, Rebeca le agradece a él su tiempo y prosigue al último paso.
Cuarta parada: activación de tarjeta de asistencia financiera
El voluntario de Louisville Kentucky, Rob Martin, la recibe y le solicita la hoja que le completó Sam. Mientras Rob entra la data en la computadora, Rebeca nos cuenta sobre el proceso de recuperación en el complejo residencial, ya que los daños identificados estriban en las paredes decorativas, pasillos y en el interior de algunos de los apartamentos. “Hay un plan de trabajo. Actualmente nos encontramos en el proceso de conseguir las hojas que nos dicen el costo de la reparación, para luego solicitar cotizaciones de diferentes compañías para escoger una constructora y que puedan comenzar los trabajos de recuperación”, puntualizó.
Por el momento, Rebeca cuenta con un lugar seguro por dos meses. Aunque cree que la recuperación del edificio tomará más tiempo, ahora analiza qué tendrá que hacer para extender el alquiler donde se encuentra. “Necesito buscar la forma de cómo lograr en conseguir más ayuda o como económicamente ajustarme para seguir donde estoy. Tengo una de mis hijas que tiene un animal de asistencia para ayuda emocional y tengo que bregar con todo eso”.
Rob finaliza la entrada de datos y ya su tarjeta está activada. Le explica los términos y condiciones de uso para la tarjeta que puede utilizar a partir de ese momento. Al preguntarle, en qué usaría la ayuda, nos dijo que “ahora mismo, mi intención primordial es ir a comprarle ropa a mi hija con esto, porque mucha se quedó arriba y perdió mucho peso. La poca ropa que pude sacarle, no le sirve por el estrés y la ansiedad que tiene, pues básicamente se quedó sin ropa, pero mi intención es esa, salir de aquí y comprarle la ropa a mi hija”.
Antes de que Rob terminara su función, le preguntamos cómo fue la experiencia y si tenía algo más para abundar. Se tomó un tiempo y nos dijo: “Siempre he escuchado que la Cruz Roja da ayuda, pero nunca pensé que me iba a tocar a mí. Y que era una ayuda tan factible; más bien pensaba que era ropa, accesorios. Pero no, en este caso nos están brindando una tarjeta que yo pueda manejar mi necesidad personal cómodamente. Estamos sumamente agradecidos de que hayan podido llegar hasta nosotros, que estén aquí con nosotros y que hayan atendido la comunidad de una forma tan personal; de verdad es excelente y nos hace sentir importantes. Pusieron los ojos en nosotros y nos dan esa importancia de seres humanos con necesidades. También, el detalle que trajeron personal de ayuda emocional nos ayuda porque hay gente que hemos podido manejar la situación pero hay personas que pasaron una experiencia más traumática que yo. Por ejemplo, en mi caso durante el terremoto yo pude salir de mi hogar, que de hecho tuve que romper mi portón de salida, pero hubo familias que no pudieron salir, yo tuve que romper dos puertas para que los vecinos salieran; así que algunos de ellos hayan podido recibir ayuda de parte de ustedes, es excelente”.
Casi veinte minutos después desde la primera parada, Rob está en los últimos detalles. Se asegura de entregarle todos los documentos, le da la mano y con una mirada profunda directamente a sus ojos y con mucha intención le dice: “te deseo que tú y tu familia estén bien”.