Lee Vanessa Feliciano Márquez, Ejecutiva Regional
Cruz Roja Americana - Puerto Rico
Por años, la crisis climática, era algo que muchas personas veían como algo lejano que no tenía que ver con nosotros en el Caribe. Sin embargo, todos hemos experimentado los efectos de la crisis climática en nuestro entorno familiar y comunitario. Podemos puntualizar que hoy día las tormentas y huracanes son cada vez más intensos, hay registros de inundaciones récord y los incendios forestales son más extensos.
Esto se suma a un calor extremo que alcanza índices sin precedentes; por ejemplo julio de este año, fue clasificado como el mes más caluroso de la historia de la nación americana.
Para la Cruz Roja Americana, esto ha provocado que hoy día tengamos más del doble de operaciones de respuesta y desastres mayores que hace una década. Comparto este dato significativo en la antesala del 24 de octubre, Día de la Educación sobre Cambio Climático; según proclamado por el Gobierno de Puerto Rico. Aprovecho esta fecha, para mirar este escenario actual desde una óptica más cercana a la realidad que viven miles de familias en Puerto Rico. Así, podemos visibilizar las poblaciones más vulnerables: las familias de bajos ingresos, los adultos mayores, individuos con diversidad funcional y las personas diversas.
Estas poblaciones experimentan mayores dificultades para recibir apoyo para sus condiciones de salud crónicas, cubrir la inseguridad alimentaria y acceder a viviendas seguras y asequibles. Ante esta realidad, debemos actuar.
En la Cruz Roja Americana, nos trazamos un plan para fortalecer las relaciones con socios comunitarios, especialmente en lugares de alto riesgo, y nos enfocamos en robustecer el personal y voluntariado de Servicios en Desastres.
De igual forma, incrementamos la asistencia financiera que brindamos ante desastres mayores. En Puerto Rico, lo implementamos por primera vez el año pasado luego del huracán Fiona; donde brindamos una ayuda adicional a las familias que fueron asistidas financieramente por la organización. Esto permite un apoyo adicional para las familias con necesidades no satisfechas luego de la emergencia; y a la vez, ayuda a cerrar la brecha entre la ayuda inmediata y la recuperación a largo plazo.
Estos cambios son significativos, pero hace falta más. Un estudio publicado por la Cruz Roja Americana y la Academia Americana de Enfermería (Closing the Gaps: Advancing Disaster Preparedness, Response and Recovery for Older Adults 2020) indica que, para aumentar la eficiencia e identificación de personas en riesgo por el personal de respuesta a emergencias, se recomienda que los gobiernos locales creen un repositorio de sus fuentes de datos. El establecimiento de un depósito de las fuentes de datos serviría como referencia para facilitar una respuesta integrada rápida en momentos de emergencia. De igual forma, es necesario que aunemos más esfuerzos entre las entidades sin fines de lucro para lograr una mejor coordinación y eliminar así, la duplicidad de servicios y esfuerzos.
Todos debemos asumir un rol proactivo, buscar maneras de cómo colaborar y afinar procesos que ayuden a servir más a las comunidades vulnerables. El fin es lograr estar mejor preparados para así atender los desafíos de la crisis climática y vivir en una isla en la que todos y todas tengamos la misma capacidad de recuperación.
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